Si miráramos en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) no encontraríamos a nadie llamado Mary Sue, ni mucho menos un trastorno relacionado con tan cursi nombre. En realidad, es un término que no conoce el gran público, aunque, una vez que conozcamos a esta chica y a su equivalente masculino, Gary Stu, veremos que no sólo es un concepto muy arraigado en la literatura, sino que en muchos casos es el personaje tipo clásico capaz de hacer una obra atractiva al gran público... aunque a primera vista no se acepte.
Pero, ¿quién es Mary Sue? Si miramos en la Wikipedia, encontramos esta definición: "Mary Sue es un término utilizado por el mundo del fan-fiction (ficción escrita por el fan de una novela o un cómic, en la cual se desarrollan historias y líneas paralelas a la historia original), refiriéndose a un personaje femenino (de ser masculino suele usarse el nombre Gary Stu) agregado en la historia original que suele ser un alter ego del escritor/escritora, cuya principal característica es la de ser perfecto y no tener fallos". Es decir, que se trata de un reflejo de los deseos e ilusiones del escritor, de sus ideales y de su código moral. es un fenómeno que se puede observar fácilmente en las obras de fan-fiction, en los cuales este personaje-tipo es muy obvio. Es fácil que encontremos que, en un fan-fiction cualquiera, aparezca un personaje femenino hermoso, virtuoso e inteligente de la cual se enamora uno de los personajes que, casualmente, es el favorito de la autora. O, en el caso de que el escritor sea un muchacho (ya que la mayoría de los autores de fan-fiction son adolescentes o jóvenes) aparezca milagrosamente un héroe guapo y valiente que solucione los problemas que se hayan presentando a lo largo de la trama, desvirtuando la historia original de manera que la trama creada por el autor gire alrededor de este héroe.
Mary Sue o Gary Stu no son, a priori, personajes muy queridos por los lectores en general y por los seguidores de fan-fiction en particular. Suelen ser "demasiado perfectos", sin profundidad psicológica alguna, que aceleran los acontecimientos de manera que la prosa pierde calidad literaria. El lector moderno, en teoría, desea personajes profundos, complejos y cuya personalidad se vaya dibujando poco a poco a lo largo de la trama; en conclusión, personajes que sean capaces de sorprenderlo. Mary Sue (utilizaremos el femenino como genérico, dado que este tipo de personaje es más habitual hoy en día en personajes femeninos) es aburrida y típica, fácilmente parodiable. Este tipo podría no tener ninguna importancia y no merecer ningún tipo de análisis si se limitara a los fan-fiction, que son al fin y al cabo obras escritas por aficionados para su propia diversión. Sin embargo, si estudiamos la literatura profesional, podemos observar que Mary Sue siempre ha estado ahí, y que sus supuestas debilidades a la hora de atraer a los lectores (ser un personaje plano y poco creíble) son, al mismo tiempo, su gran baza a favor.
Se dice que el ser humano ya lo ha inventado todo. En concreto, en el caso de la literatura y el arte en general, vemos que los personajes tipo que ya existían en las comedias griegas o en la literatura de caballería no sólo siguen teniendo éxito ahora, sino que son demandados por el gran público. Seguimos aceptando que "el malo tenga cara de malo", y seguimos adorando a los personajes que encarnan valores positivos para nosotros. Un ejemplo es el personaje tipo del "anciano sabio": el hombre mayor, con amplios conocimientos y un pasado intenso e interesante, que brinda su experiencia y sabiduría al joven protagonista para prepararlo para el futuro. El viejo mentor es Merlín, del Ciclo Artúrico, y también lo es Yoda, de la Guerra de las Galaxias.
Sin embargo, el personaje tipo más difundido y el que mejor ha soportado el paso del tiempo es el héroe. El héroe encarna las virtudes e ideales de cada lugar o época histórica, e incluso de cada grupo social concreto. En la mitología griega, a menudo los héroes son más importantes que los propios dioses, y los griegos los utilizaban para mostrar las virtudes que el hombre o mujer ideal debería tener. De hecho, algunos héroes, como Hércules para Esparta, fueron adorados casi como dioses. Este arquetipo siguió en Roma, y en la Europa cristiana medieval, encontramos la figura de los santos encarnando, una vez más, las virtudes que los lectores deseaban para sí.
Según se ha ido desarrollando la literatura y la lectura, paralela a los cambios sociales e históricos, la figura del héroe se ha adaptado, pero nunca ha desaparecido. Aunque claramente no siempre es así, buena parte de la población lectora sigue deseando personajes que encarnen sus deseos. La persona que lee por evasión, a menudo, desea sentirse identificado con el personaje principal y vivir sus aventuras. Un triste tópico de este fenómeno es el de la lectora de la novela rosa: mujer de mediana edad que, descontenta con su suerte y su vida sentimental, se sumerge en la lectura de novelas de amor para evadirse de los aspectos de su vida que no le gustan. Y, ¿cómo es el personaje principal de estos libros? Una mujer joven, extremadamente bella y virtuosa, inteligente y valiente a la que ama un hombre apuesto, encantador y, a menudo, rico. ¿Conocéis a esta chica? Sí, es Mary Sue, la misma Mary Sue que los lectores de fan-fiction odian por ser plana y predecible.
Este es, sin duda, el ejemplo más claro de la denostada Mary Sue en la literatura "seria". Pero tanto ella como su hermano Gary Stu se esconden en obras literarias con un gran éxito y conocidos por el gran público. Un claro ejemplo de Gary Stu es cierto agente secreto, astuto y observador a la par que atlético, con la habilidad de llevar a cabo las misiones que se le ordenan y al mismo tiempo resultar atractivo a las mujeres más hermosas. Sí, es James Bond, el Gary Stu contemporáneo.
Nos guste o no nos guste, Mary Sue y Gary Stu siguen ahí y siguen funcionando. En teoría el lector moderno no quiere personajes prototípicos que lo único que hacen es ser perfectos, pero el hecho de que este fenómeno siga estando en auge significa que, para gran parte de la población, es más importante la capacidad de evasión de la literatura y su poder para vivir, a través de ella, los sueños de los lectores. Es el síndrome de Mary Sue: el lector que quiere sentirse identificado con un personaje que encarna sus ideales, sin importarle que se trate de alguien plano y arquetípico. Y esto no es algo malo en sí mismo: el problema está cuando no se acepta que no tiene por qué ser algo malo el hecho de que este tipo de personajes gusten. Parece ser que, para algunos lectores, aceptar que adoran este tipo de personajes por la evasión y la diversión que ofrecen hace que su coeficiente intelectual disminuya quince puntos. Quizás sea hora de aceptar que la literatura no tiene por qué implicar siempre algo diferente a la diversión. El leer por placer, aunque se trate de personajes planos que sólo están ahí para encarnar los sueños de los lectores, no significa algo malo en sí. Significa sólo eso: pasar un rato agradable. Significa que, en definitiva, Mary Sue y Gary Stu están ahí y debemos aceptarlos y, ¿por qué no? Incluso quererlos.